jueves, 24 de marzo de 2011

Descomunicación

Me surge una reflexión a tenor de algunos mensajes que he recibido últimamente: Como sabemos, es relativamente sencillo mantener cierto grado de contacto con otras personas y controlarlo con los medios que tenemos a nuestro alcance actualmente. Sin embargo, observo en la muestra de familia, amigos y conocidos en la que me muevo que cada uno elige una forma de comunicación diferente y no siempre compatible con la mía o con la del resto. Hay amigos cuya forma de comunicarse es jugar a los juegos que propone Facebook. Gran parte del éxito de Facebook provino de la inclusión de estos juegos, con la premisa de que a veces las personas nos reunimos no para charlar sobre nada trascendente sino para tomar algo o escuchar música, sin nada más que contar ni más preocupación. Yo no suelo jugar a estos juegos, por lo que no contestar a preguntas sobre un amigo o no responder a las invitaciones puede ser tomado como una falta de cortesía. Incluso podría ser causa de enfado, me figuro, en algún caso.
Otras personas colocan enlaces y fotos personales. Si conozco a la persona suelo comentar, aunque ella no me conteste directamente o ni siquiera le importe mucho mi opinión. Me preocupa un poco cuando me salen fotos de personas a las que no conozco de nada. Amigos de mis amigos, generalmente. Nunca me queda claro si son sus opciones de privacidad o las mías las que son tan laxas.
También están los amigos (con la palabra “amigos” nombro a todos los contactos) con los que ya no hablo por teléfono, puesto que estamos en permanente contacto a través de las redes sociales. La gran ventaja es que en esta etapa de mi vida es difícil encontrarme en persona con algunos de ellos, así que la red nos mantiene cerca. Sin embargo, ¿es suficiente? Quizá lo lógico con algunos sería mantener una relación telefónica en la que la inmediatez, el tono de la voz, etc., mantuviera la relación más cálida y viva. Diferenciarles, respecto a otros que me consta que se sienten cómodos con la conversación y el refresco virtual.
Otros, que no manejan Internet, me envían sms al móvil, con el esfuerzo que en mi opinión conlleva teclear en pequeñas pantallas y con pequeñas teclas.
Existe la opción del chat. Como manejo el ordenador desde muy joven no me considero inmigrante digital. Sin embargo, tampoco por edad sería una nativa digital de libro. El chat para mí es la frontera. El medio que menos manejo y en el que más me cuesta expresarme. Un avance enorme y una maravillosa sorpresa cuando coincido con personas de las que me separan diez horas de avión y con las que puedo departir mientras ceno, a la vez que ellos se preparan para salir a tomar un aperitivo matutino. Pero es difícil coincidir, y en la conversación en diferido se pierde mucha frescura. Generalmente se acaba convirtiendo en un Facebook privado que ya no aporta tanto.
Todo esto me lleva al vocablo-palabro del título: des-comunicación. No estamos incomunicados, para nada, pero ¿qué ocurre cuando cada uno elige solo un canal para comunicarse y no le retroalimentas? Pues que la comunicación se disocia: Me gusta tu enlace. Me halaga que respondas preguntas sobre mí. Vi lo que me pusiste en el chat. Sé que me has llamado al móvil o que me has puesto un sms larguísimo. Pero puede que no te des por aludido con mi respuesta o puede no conformarte del todo.
Creo que la opción para mantener el contacto es diversificar la comunicación en cada medio y con cada persona, pero el nivel de exigencia es alto y no todo el mundo es capaz de manejar todos los canales con la fluidez que le gustaría. Un nuevo reto para los que hemos entrado en el siglo XXI con una cierta edad.


5 comentarios:

  1. Hola Sinclair, hace tiempo que leo tus comment en el blog de Nando y me alegro que por fin te hayas decidido a blogear tambien. Respecto a tu post no cabe duda remarcar que es curioso como ha cambiado la comunicación en estos últimos años. Cuando yo estaba en la facultad, en los albores de los 90, no tenía ni móvil, llamaba a casa una vez por semana desde una cabina de teléfono. A los amigos que vivían lejos les telefoneaba por Navidad o por su cumple, y mantenía la relación a base de cartas, me encantaba escribirlas, bueno eso en el caso de amigos con mayúsculas claro, porque al resto sólo les llegaba una tarjeta de felicitación. Hoy sin embargo felicito el cumple por el facebook a personas a las que hace años que no veo pero sin embargo he reencontrado gracias a las redes sociales. Hace mil años que no mando una carta por correo ordinario. Pero soy una fan del mail desde hace tiempo. El chat nunca me acabó de convencer pero las redes sociales me gustan, y los blogs. Estoy conociendo a gente muy interesante gracias a este medio. En fin con este batiburrillo sólo quiero decir que realmente todo ha cambiado mucho en poco tiempo pero creo que aunque ahora estamos más comunicados no tenemos una buena calidad de comunicación, manejar todos los canales con la fluidez necesaria es complejo y un reto como tú dices, y la facilidad para aislarse detrás de la pantalla de un ordenador demasiado alta para mucha gente lamentablemente.

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  2. Hola Arual,yo también te leo en el blog y coincidimos en muchas ocasiones. Mil gracias por tu comentario, es un buen resumen de lo que quería expresar.
    Es la primera vez que contesto :-)Un abrazo

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  3. Buenas guapa!

    Antes de nada .... ¡qué notición leerte vía blog también! El título me encanta ...
    Con respecto a lo que comentas, en mi opinión lo complicado en este tipo de conversación “diversificada” es saber la ‘densidad’ del mensaje. Cualquiera de esos métodos son buenos para mantener una comunicación en el sentido estricto del término pero si hablamos de, permíteme la pedantería, la “profundidad potencial del medio” ... no sé si puedo expresar lo mismo mandándote un mail o llamándote por teléfono que “regando tus plantas de Farmville” ... aunque, tampoco estoy seguro de esto que digo; Para mí, por ejemplo, que tú pongas un “me gusta” en algún comentario mío significa mil veces más que una carta manuscrita de alguno (muchísimos) de mis 120 ‘amigos’. Emisor, receptor y medio. De eso se trata. Otro tema es no coincidir en el canal: a veces puede resultar muy frustrante.

    Besos!

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  4. En mi caso, no dejo de pensar que la multiplicidad de modos de comunicarnos ha diversificado e intensificado también los silencios que ello conlleva. Sin contar con el riesgo de una cierta superficialidad de las relaciones o con los equívocos -a veces muy dolorosos- que no nacen de la mala intención, sino de la incomprensión de los códigos de cada uno de esos medios y de nuestras respectivas preferencias.
    Gracias por la reflexión y, sobre todo, por darnos un espacio para reflexionar contigo

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  5. Es cierto, Fidelio, cuando las relaciones son cercanas es más fácil, pero con otras, no comunicarte por no coincidir en el canal causa cierta desesperación.
    Recordaba tu metáfora de la nieve mientras cargaba la entrada. Espero poder darle continuidad.
    Me parece muy interesante lo que apuntas de los silencios, Fernando, sobre todo en medios en los que los comentarios tienen una caducidad casi inmediata y sin embargo quedan registrados sin remedio.
    El primer blog que leí en Internet fue el tuyo. Tu trabajo como blogger es una inspiración para todos, espero estar a la altura.

    Muchísimas gracias a los dos, besos

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